jueves, 29 de noviembre de 2007

Critica, que algo queda

Es verdad que cuando era un chavalín me dejé seducir por el mundo de las bambalinas -a fin de cuentas era más divertido que las matemáticas- y en medio de aquel bochinche, un argentino que decía llamarse Ernesto y tenía tontas a las chicas del grupo, al que conocimos por medio de no recuerdo quien que nos lo presentó como todo un profesional del mundo de la farándula, se ofreció a darnos tres o cuatro nociones teóricas básicas y mínimas -a las chicas alguna más- que nos permitieran hacernos entender desde el escenario.

También lo es que cuando durante una temporada estuve empleado como recepcionista, la empresa tuvo a bien dejarme junto a mis compañeros en manos de un tipo engominado, de brillantes zapatos e impecable traje chaqueta, procedente de una prestigiosa consultoría de la cual no tengo intención de hacer publicidad, para que nos introdujera en un par de sesiones por los vericuetos de la comunicación verbal y gestual, además de contarnos cual debía ser nuestro comportamiento en casos de aviso de bomba, usuarios especialmente cansinos o iracundos y similares.

Culminando esta trayectoria, el año pasado pillé como libre configuración un seminario de dos créditos de algo parecido a técnicas de comunicación, que iba incluido en un lote junto con uno de técnicas de estudio y otro de preparación al parto... digo, de estress y ansiedad ante los exámenes, y que centró su discurso en torno a la asertividad y a la autoestima.

Como podrá apreciarse este amplio bagaje formativo me ha permitido, en fin, enfrentarme al mundo de las presentaciones en público que tan de moda parecen haberse puesto en esta nuestra Universidad en unas condiciones... absolutamente lamentables.

Desde que entramos por las puertas de la Olavide, cualquier asignatura, hasta el Latín, ha encontrado justificación suficiente para obligarnos a realizar una o varias de estas presentaciones; en algún caso incluso animándonos a ser innovadores e ir más allá del Powerpoint, que por lo visto comienza ya a quedarse corto.

Con más de cuarenta años a cuestas y un cierto bagaje vital a las espaldas, esto me sigue matando. La voz me sigue temblando, la garganta se me sigue secando... no entiendo porque un trabajo con los quince o veinte folios de rigor no puede servir igual. En fin, no era por escurrir el bulto, pero lo que quería decir es que no creo ser quien para criticar el trabajo de Jara, o el de Emilio.

Creo que todos nos movimos poco más o menos en las mismas líneas de trabajo; que si debilidades, que si ventajas, que si Faulkner Brown... y más o menos cubrimos el expediente. A partir de ahí todo lo que queramos ver va a depender del enfoque que cada haya querido darle.

Jara y Emilio se implicaron más en la parte personal, y estuvieron hablando con bibliotecarios y estudiantes; yo, en cambio, eludí el contacto con el personal de la biblioteca y el que mantuve con los usuarios no llegó mucho más allá de la encuesta. Puede que Jara se quedase un poco corta en la extensión, en cambio yo me pasé de largo y por ello -sumando además los habituales problemas técnicos- al final Emilio tuvo que terminar a la carrera.

Lógicamente la exhaustividad en el tratamiento viene dada por el tiempo que te planteas, no es lo mismo trabajar para rellenar quince minutos que hacerlo para media hora de presentación. Seguramente si nos hubiesemos marcado previamente tiempos más o menos idénticos para la exposición habríamos estado obligados a hacer un esfuerzo similar en la preparación.

Ponernos a valorar aspectos de fonación o impostación, la forma en que se establece o no una relación con el público a través del contacto visual, los excesos o defectos en la comunicación gestual, etc, etc... podría ser interesante, e incluso divertido, pero no dejaría de ser un "yo creo que..." contra un "pues a mi me parece..."´.

Esto está comenzando a degenerar, cada vez se parece más a un blog.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Presentación Bibliotecas Universitarias

Bueno, tras las terapeúticas líneas del post anterior y el final suspiro de alivio, corresponde a continuación hacer el obligado reporte de la sesión de ayer. Si alguna ventaja ha de tener esto de que seamos cuatro gatos, es que hacer un resumen de las intervenciones del resto de compañeros se simplifica bastante...

Comenzó Jara, que se había marcado como objetivo la evaluación de la Biblioteca de Ingenieros; a continuación me toco a mí con la Biblioteca de la UPO, y remató la jornada Emilio, que se había ocupado de la de la Facultad de Farmacia.

Sin una previa delimitación sobre los márgenes espacio-temporales en los que se debía desarrollar nuestra intervención -yo creo que me pasé por lo menos quince minutos de lo que hubiese sido recomendable- al final las dos horas y pico se nos quedaron cortas y Emilio tuvo que terminar a los carrerones con la gente ya casi en pie para marcharse.

Todos vinimos a coincidir más o menos en situar las líneas principales del trabajo en torno al análisis y evaluación, atendiendo en lo fundamental a las recomendaciones de la REBIUN y al cuadro de Faulkner Brown respecto a las cualidades que debe reunir una biblioteca.

El cuadro final quedaba delimitado por una curiosamente variopinta muestra, en la que el trabajo de Emilio venía a mostrar con la de Farmacia el caso sin arreglo de una biblioteca pequeña y mal equipada, absolutamente limitada en su concepto y prestaciones, a la que sólo con muy buena voluntad se le podía encontrar algún punto positivo que colocar en la balanza; el de Jara, con la de Ingenieros se centraba en otro que por el contrario se situaba en un interesante punto de actualización respecto a los conceptos que desde el principio de curso hemos estado manejando en la definición de la biblioteca como CRAI; y yo, que me había quedado la de la UPO, y me encontraba con un centro con muchas posibilidades, pero sin acabar de definirse abiertamente hacia estos nuevos planteamientos.

La dinámica del trabajo te lleva a manejar datos y familiarizarte con los conceptos que vas a estar manejando en la exposición final. Cuando te atreves a valorar las limitaciones y los puntos fuertes de tu objetivo tienes forzosamente que saber un poco de que estás hablando.

Esto es, si dices que hay poco personal, o pocos puestos de consulta y lectura tienes que saber cuales son las directrices que al menos a nivel nacional vienen marcadas en tal aspecto; igual si hablas de flexibilidad de espacios, de organización o de variedad; o si entras a valorar las deficiencias respecto a instalaciones, servicios o accesibilidad.

Además, aprendes a contemplar con una óptica distinta esas instalaciones y servicios con las que llevas ya varios años de relación a nivel de usuario; mientras que la mirada del resto de compañeros te permite establecer un siempre necesario grado de comparación.

Muy bien, esto es todo... de momento.

Prueba superada

Bueno, debería decir que al final no fue tan terrible... pero no sería cierto. Han sido unos días más allá -bastante más allá- de lo estresantemente recomendables, con momentos de no saber por donde tirar o a qué atender; recordemos que la vaina esta de la convergencia europea hacia el espacio educativo común, o como narices se denomine exactamente nos obliga a estar metidos en una continua preparación de memorias, ensayos, dossieres... para la mayoría de las asignaturas y que ha sido absolutamente distorsionante el ver como en el ya muy ajustado planning de reparto de tiempos para las distintas tareas se me colaba esta.

Una serie de enredos informáticos y malentendidos técnicos nos llevaban a tener que plantear el trabajo sobre las Bibliotecas Universitarias casi de un día para otro. Supongo que podía -y tal vez debería- haberlo despachado de otra forma; pero dicen que esto de la alergia a las chapuzas es un problema que tenemos los Leo y, que de vez en cuando, como en este caso, nos mete en algún apuro.

Entre unas cosas y otras he estado durmiendo unas cuatro o cinco horas diarias desde el miércoles pasado para acá -recordemos que el mundo estudiantil no termina más allá de la Biblioteconomía, y que cada asignatura reclama su cuota de atención- pero parece que al final el resultado del esfuerzo ha merecido la pena y la presentación ha resultado más o menos correcta.

Sólo nos queda confiar ahora en que por atender a un enfermo no se nos vayan a morir otros dos.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Al borde del colapso

Bloqueado, creo que puede ser la palabra. Además de asfixiado, reventado... etc.

Todo lo que se me ocurre de cara al planteamiento de la exposición del próximo miércoles es: No voy a poder. A estas alturas creo que me he enfrentado a situaciones un tanto complicadas, incluso a desastres informáticos, como el año pasado... pero por más que lo miro e intento ajustar tiempos no encuentro la forma.

Supongo que podríamos hablar de una serie de catastróficas desdichas, como en la película aquella, pero el caso es que mis semanas me las han dado con demasiadas pocas horas...

No sigo, temo hundirme cada vez más profundamente en mis miserias estudiantiles.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Usos bibliotecarios de la población estudiantil universitaria

Lo más difícil, he escuchado opinar a alguno, a la hora de plantear el tema de una tesis doctoral de 800 páginas, es encontrarle un título. De acuerdo con tal aseveración, con este que acabo de colocarle a mi nueva entrada en el blog se supone que tendría ya más de la mitad del trabajo hecho.

Tal es la cuestión que planteaba Nieves a los compañeros en la clase del miércoles como tema para nuestra entrada semanal y que J. Bellamy ha tenido a bien trasladarme de forma altruista y desinteresada. ¿Cómo utilizan los estudiantes la biblioteca de la Universidad?.

De acuerdo con el Reglamento de Organización y Funcionamiento de la misma, aprobado en diciembre de 2005, la elaboración de una memoria anual del servicio, que nos permitiría conocer al menos algún dato cuantitativo certero, correspondería a la directora de la biblioteca.

En su busca, lo mejor que consigo encontrar son los datos de la evaluación de 2002, que hablan de 9104 estudiantes, cifra que cinco años después debe quedar un tanto desfasada, y 20 trabajadores contratados para el servicio, a los que en aquel momento se sumaban 7 becarios.

Dejando atrás esas frías estadísticas que no he conseguido encontrar, y entrando en el subjetivo campo de la opinión, creo que como norma general los estudiantes utilizamos nuestra biblioteca poco y mal, aunque no siempre por nuestra culpa.

Primero porque resulta mucho más cómodo intentar solventar las necesidades de información por otros medios que desplazarte ex profeso al otro extremo del recinto sin garantías de éxito. Posiblemente el ahorro de tiempo no sea un factor relevante, en tanto que la avalancha de datos que cualquier búsqueda en la red puede ofrecer va a dificultar en última instancia su adecuada selección

Segundo porque la localización del recurso en cuestión en muchas ocasiones se nos complica sobremanera ante la falta de un mínimo adiestramiento en algunas ocasiones o como consecuencia de un cierto descontrol en otras, como cuando tras conseguir la signatura de algún volumen, consignado como disponible, no consigues encontrarlo en su ubicación y nadie puede ofrecerte pistas sobre su paradero.

Tercero porque el proceso de puesta a disposición del usuario de las nuevas adquisiciones (me refiero a formatos tradicionales) se demora durante meses, y una vez en los estantes su disponibilidad es bastante limitada. El recurso a fuentes alternativas no es viable en muchos casos, puesto que con gran asiduidad siguen siendo las únicas referencias que muchos de los docentes, tal vez temerosos de que la virtualidad termine algún día por devorarlos, continúan ofreciendo a su alumnado.

Y tras más minutos de los previstos intentando encontrar un cuarto argumento capaz de soportar mi opinión, considero que no tiene sentido prolongar más esta cuestión, por lo que propongo su cierre.

Tras un breve pero intenso debate mis propuestas de cierre terminan por imponerse frente a otras en las que pretendía continuar hasta que la inspiración me mostrará el camino de nuevas ideas, e incluso sobre aquellas en las que aconsejaba cambiar el planteamiento y reordenar el discurso. Una vez más, como dicen los políticos después de cada proceso electoral, ha triunfado el sistema democrático.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Feeds, sindicaciones y otras hierbas (continuación)

Lo prometido es deuda, y aquí estoy de nuevo, con el propósito de anotar alguna de las impresiones de la jornada.

Sigo mostrándome ampliamente escéptico con respecto a ese futuro idílico y maravilloso que presenta las bibliotecas del futuro próximo -que para entonces ya no serán bibliotecas y se habrán convertido en CRA's- casi como ludotecas, que no se como nuestros más altos planificadores institucionales tendrán previsto denominar a diez o quince años vista.

Vídeos como el que ayer veíamos de la Junta de Castilla La Mancha, cuyos contenidos supongo serán extrapolables al resto de autonomías, pecan, según anoté y aunque a personalmente me encantaría que así llegase a ser algún día, de exceso de autobombo al nominar a las bibliotecas como motor del desarrollo de la sociedad.

No es cierto, o al menos lo es tanto como la libre elección de médico o de colegio para tu hijo, la segunda o tercera modernización (ya perdí la cuenta) o la constitucionalmente proclamada igualdad de todos ante la Ley. Seamos serios y pongamos los pies en el suelo. Insisto, es una utopía que a todos los que nos hemos preocupado de llevar a ellas a nuestros críos para introducirlos en los misterios de la tinta y el papel nos gustaría ver algún día cumplida; pero mucho me temo que tal aserto está destinado a convertirse en una más de aquellas mentiras que -aún a fuerza de mucho repetirlas- no se llegan a convertir en verdades.

Creo que debo consignar en estas líneas que el tiempo, o en su defecto cualquier virus, se encargará de borrar, que, efectivamente, estamos trabajando con unas herramientas muy dinámicas cuya utilidad y espectacularidad se nos hacían evidentes durante la clase de ayer. Dominarlas a priori no debería convertirse en una tarea demasiado complicada, y podemos considerar que incluso es divertido -demasiado, podría añadir- trastear con ellas y utilizarlas como medio de expresión casi en tiempo real.

Pero al final es tiempo, y, como decían los de Estopa "lo que no sobra nunca siempre es el tiempo", y esto se come mucho, mucho tiempo de ese que nunca sobra.

Y ahora voy a ver si soy capaz de borrar lo que hice el otro día en la wiki.

Feeds, sindicaciones y otras hierbas

Creo que he cambiado el aspecto del blog, pero no lo tengo muy claro porque mientras en vista previa me muestra el nuevo modelo de plantilla seleccionado y las distintas chorraditas que he ido incluyendo, luego cuando pico en ver blog me vuelve a enseñar el original, sin ninguna de las modificaciones realizadas. Decía un conocido mío: "Informática... úsala, pero no intentes comprenderla". Pues eso.

Ayer envié las invitaciones a Gmail a Jara y Emilio, de momento sólo me ha llegado la confirmación de recepción de Jara, y desde entonces he andado buscando el link que me debía llevar al blog de Jara, para ver si era capaz de activar la correspondiente sindicación de contenidos. El enlace lo he encontrado hace un momento, cotilleando entre los documentos del curso de Tratamiento de la Información del año pasado; con respecto a lo de la sindicación, creo que algo he conseguido porque en la barra de favoritos me aparece la URL del blog y supongo que cuando haya alguna modificación pasará algo.

Efectivamente, me acaba de llegar un correo de Jara preguntándome que como encuentra el mío, se lo voy a mandar y después de comer volveré un rato. Chau.