miércoles, 3 de octubre de 2007

Las bibliotecas del siglo XXI

Tal era el tema que se nos proponía como primera entrada para este blog nuestro de cada día. Un poco pillado de tiempo -como siempre a lo largo de estos últimos años- después de llegar del trabajo y comer como los pavos; aprovechando que las clases comenzaban a las cinco, respiraba hondo e intentaba concentrarme.

Creyendo que en algún momento de la clase se procedería a una especie de puesta en común, me esforzaba en garabatear algunas ideas sobre el papel, que luego, y no sin cierta dificultad, comenzaban a tomar forma en el procesador de textos del ordenador...

Para llegar al futuro siempre es prudente -pienso- apoyar fuertemente al menos un pie en el presente. Este presente, ya casi pasado, hace que la biblioteca que hasta el momento hemos conocido se perfile como un recurso de fiabilidad en base a la criba y selección del material que pasa a integrar parte de su más o menos extensa, dependiendo de los casos y las circunstancias, colección; el referente al que en última instancia te terminas por dirigir después de navegar durante horas en Internet y no conseguir los resultados que deseabas.

Y es este papel -creo- el que fundamentalmente la biblioteca debe pugnar por mantener y afianzar en un futuro que se nos está echando encima a pasos agigantados. Un punto de referencia fiable que se convierta en concentrador y administrador de ingentes volúmenes de información.

Un centro capaz de atender a sus usuarios ofreciéndole los recursos solicitados, pero que además sea capaz de proporcionar información sobre como localizarlos; un centro que ofrezca las infraestructuras y herramientas, tanto físicas como lógicas, necesarias para la consulta tanto "in situ" como "on line", una vez que a estas alturas de siglo una conexión a la red te proporciona el acceso a casi cualquier sitio sin levantarte de tu mesa de trabajo, máxime considerando que a estos efectos un documento mantiene o puede incluso incrementar su valor informativo de forma independiente a su soporte, como cuando, por ejemplo, un avejentado y deteriorado pergamino, dificilmente accesible a la consulta se ve reemplazado o complementado por una copia digitalizada accesible en tiempo real y de forma simultánea por cientos de personas.

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